Marzo 29, 2024
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Avivamiento

 
 

Josué Mora Peña

Creo que la primera cosa que necesitamos saber es “¿Qué es avivamiento?”  Mi diccionario me dice que avivar es “excitar, animar, cobrar vida, despertar,” y en forma figurativa avivar quiere decir, “encender, acalorar, darle más vigor.”  Para mí en lo personal simplemente quiere decir, “échale más leña al fuego.”  Algunas iglesias tienen lo que llaman servicios de avivamiento.  La idea es de avivar a la feligresía de tal congregación a que despierte espiritualmente.  Una persona muerta no puede ser re-avivada; necesita primero ser resucitada espiritualmente, es decir nacer de nuevo.

La lectura bíblica de hoy tiene que ver con un joven rey que Dios usó para avivar al pueblo de Israel,  Su nombre fue Josías. Corría el año 640 antes de Cristo cuando esto sucedió.  Los dos últimos reyes de Judá habían sido malos: Manasés y Amón.  Josías tenía apenas 8 años cuando empezó a reinar, naturalmente el avivamiento que él llevo a cabo no fue a esa edad sino cuando ya era un adulto, a los 26 años más o menos (ver el verso 8).  Josías reinó por 31 años y fue el mejor rey de Judá.  Todo empezó cuando el rey mandó a que se reparara el templo de Dios que estaba muy descuidado.  Mientras se llevaban a cabo las reparaciones, “el sacerdote Hilcías se halló el libro de la ley de Jehová dada por medio de Moisés” (verso 14).

Cuando terminaron de hacer todo lo que el rey había mandado, el Sacerdote Hilcías le dio el libro de la ley a Safán, el escriba.  Este lo trajo al rey.  Ahora, el libro de la ley de Jehová era el Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia, conocidos como “La Tora”, escritos por Moisés.  Safán leyó el libro al rey porque él pidió que se lo leyeran y conforme Safán leía, el Espíritu de Dios se movía en el corazón del rey Josías.  ¿Cuándo fue la última vez que sentiste la presencia del Espíritu Santo mientras leías la Biblia?  Sin la lectura de este Libro sagrado, no esperemos que Dios hable a nuestras vidas.  Siempre lo he dicho, “Cuando oramos, nosotros hablamos con Dios, cuando leemos Su Palabra, El nos habla a nosotros.”

¿Qué hizo el rey cuando Safán el escriba terminó de leer el libro de la ley?  “Rasgó sus vestidos” (verso 19).  El rasgar sus vestidos era señal de afrenta, de angustia, de dolor por haber hecho algo indebido.  El Rey Josías se dio cuenta del pecado tan grande que el pueblo de Israel había cometido: se había corrompido, vuelto a los ídolos. Había quebrado el primer mandamiento, “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Exodo 20:3).  El pecado de Judá era muy serio. No sabían cuánto se habían alejado de Dios.  Ningún ser humano va a reconocer su pecado si no lee y estudia su Biblia.  Este Libro de Dios, la Biblia, nos pondrá en contacto con el que es Santo y Puro y Su santidad nos hará ver nuestra pecaminosidad.  Si queremos avivar nuestras vidas, a nuestra iglesia, a nuestros familiares, a los que nos rodean,  es necesario volver a la Biblia.  Hay que tomar en cuenta que mucha gente en el mundo nunca leerá una Biblia, pero el cristiano es como una Biblia abierta a todo el mundo.  Cuidado como vivimos.

¿Qué más hizo el rey cuando oyó del pecado de sus padres?  Envió a varias personas a consultar a Jehová acerca de él mismo; del remanente de Israel (lo que había quedado de las 10 tribus del norte, las cuales fueron llevadas cautivas a Asiria en el año 721 antes de Cristo); y por Judá (verso 20).  (El verso 21 dice, “Andad, consultad a Jehová por mí por el remanente de Israel y de Judá acerca de las palabras del libro que se ha hallado: porque grande es la ira de Jehová que ha caído sobre nosotros. . .”.  El rey estaba preocupado no solamente por él mismo sino también por Judá e Israel.  En los versículos 22 al 28, encontramos la respuesta de la profetiza Hulda al rey Josías.  También se encuentra en el Segundo Libro de Reyes capítulo 22 versos 14 al 20.  Lean esta porción bíblica para ver la respuesta de Dios al rey y a la nación.

El avivamiento sólo Dios lo puede dar y está en ti y en mí el ser avivados. Hoy mismo podemos empezar.  Hay que leer la Biblia para que Dios se revele a nosotros; para que nos indique el camino que debemos seguir; para saber su voluntad y llevarla a cabo, pero sobre todo, para darnos cuenta de cuán pecadores somos, especialmente si tenemos una Biblia que no leemos concienzudamente.  Siempre he dicho, “el pecado más grande del hijo Dios es tener una Biblia y no leerla”.  Cuando jugaba ajedrez con mi hijo, y debo admitir que él siempre me ganaba, seguido me decía, “Papá, ahora te toca a ti mover”.  Y así es con nosotros, nos toca ahora a nosotros mover. Tú decides como mueves, o si no te mueves.  Pero la mejor pieza a mover es la Biblia.  Y recuerda que con Cristo nunca perdemos.  ¡Dios te bendiga! Y hasta la próxima.

josue.mora@iglesiabautista.org

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Pasaje

II Crónicas 34:14-21

14 Y al sacar el dinero que había sido traído a la casa de Jehová, el sacerdote Hilcías halló el libro de la ley de Jehová dada por medio de Moisés.

15 Y dando cuenta Hilcías, dijo al escriba Safán: Yo he hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. Y dio Hilcías el libro a Safán.

16 Y Safán lo llevó al rey, y le contó el asunto, diciendo: Tus siervos han cumplido todo lo que les fue encomendado.

17 Han reunido el dinero que se halló en la casa de Jehová, y lo han entregado en mano de los encargados, y en mano de los que hacen la obra.

18 Además de esto, declaró el escriba Safán al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me dio un libro. Y leyó Safán en él delante del rey.

19 Luego que el rey oyó las palabras de la ley, rasgó sus vestidos;

20 y mandó a Hilcías y a Ahicam hijo de Safán, y a Abdón hijo de Micaía, y a Safán escriba, y a Asaías siervo del rey, diciendo:

21 Andad, consultad a Jehová por mí y por el remanente de Israel y de Judá acerca de las palabras del libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que ha caído sobre nosotros, por cuanto nuestros padres no guardaron la palabra de Jehová, para hacer conforme a todo lo que está escrito en este libro.

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